Hay noticias que sorprenden y son dolorosas. Yo perdí a mi hermano menor, Wilson, y fue difícil darme cuenta que estaba ganando el mundo para Dios, pero mi casa se estaba perdiendo. Tuve que pedirle perdón a Dios y también perdonarme a mí mismo.
Al poco tiempo también mi abuelo falleció por un cáncer en el colon, pero aprendí la mejor lección de mi vida, hasta el último suspiro adoraré al Señor.