En una época de mi infancia, en medio de las reuniones familiares mis padres pedían que mi hermano Luis y yo cantáramos “La mochila azul”, canción que interpretaba el reconocido Pedrito Fernández cuando era niño. Desde ese momento noté que Dios me había dado la facilidad para aprender a tocar instrumentos y un oído privilegiado para la música.
Cuando recuerdas tu infancia descubres ciertas habilidades en medio de juegos o situaciones cotidianas, esos talentos que salían de manera espontánea tienen que ver con un plan divino para tu vida. Dios te ha dado más que un propósito, tienes el privilegio de recibir talentos para llevar a cabo su voluntad. Cuando quieres hacer algo que no te fluye, a la larga sientes frustración, te desenfocas del objetivo y de lo que realmente Dios puso en tu esencia.
Mi sueño de niño era ser predicador, pero Dios tenía más planes y me fue llevando hacia la batería, la guitarra, el piano. Luego, comenzó a darme canciones y pude ver que se trataba de un talento, así que sentí la responsabilidad de ser fiel a lo que evidentemente era un regalo, que nunca habría podido adquirir por mi cuenta.
Quisiera compartirles dos consejos sencillos:
1. Determina el objetivo
Los talentos que has recibido de Dios son poderosos y tienes la libertad de usarlos como decidas. Sin embargo, todo es susceptible de corromperse o santificarse, incluso ese talento que Dios te entregó tiene tanto poder que puede llevarte a la destrucción si no lo sometes al Espíritu Santo y a su vez te haces consciente de que le perteneces a él, por eso, es importante tener claro cómo lo usarás.
El propósito de mi música es hacer sonreír a Dios, que a él le guste tanto, como para conectar a la gente con Jesús. El poder de la música crea un vínculo directamente con Dios, su objetivo es unir el cielo con la tierra.
Cuando usas el poder que Dios te ha dado para su Reino, se cumple su plan perfecto, solo necesitas obedecer, confiar y usar ese talento de la manera que él ya dispuso, y así cada pieza del rompecabezas, que es tu vida, comenzará a encajar.
2. Tu éxito no depende de la fama
Como muchos, no tuve la oportunidad de terminar mis estudios por razones económicas, pero eso no fue un impedimento para usar los dones que descubrí siendo un niño.
Es un privilegio cuando puedes ir a la universidad, pero si no es así, hoy más que nunca es posible aprender fuera de la academia: con vídeos, libros y personas que te apoyen. En pocas palabras, el camino para tener éxito es crecer en lo que sea que hagas, por eso, no necesariamente tener fama y ser exitoso van de la mano.
Un músico exitoso es el que estudia, se esfuerza y logra sus objetivos. Cada paso es un éxito en sí mismo: escribir la primera canción, tocar un instrumento; luego conectarse con una persona, con dos o con un grupo, eso es éxito. Por otra parte, si eso te lleva a la fama quiere decir que tendrás una plataforma más grande, pero de eso no depende tu éxito.
Pedir revelación respecto a los dones, someterlos al Espíritu Santo y esforzarse por crecer en ellos es el camino hacia el cumplimiento del propósito que Dios tiene para tu vida, y eso es tener éxito.